lunes, 23 de julio de 2007

PBC Arenga por el aire puro







PBC cede este espacio al servicio de la comunidad. Y apoya incondicionalmente cualquier emprendimiento del insigne intendente de la capital de Mendoza el Sr. Eduardo Cicchiti.




Luego de revolucionar* (*para bien y alejándonos de todas las acepciones sucias y subversivas del termino) nuestra ciudad con su ley antitabaco, el genial Cicchiti sigue luchando por mejorar calidad de vida de los finos ciudadanos de nuestra hermosa y limpia ciudad, que a pesar de tener algunos morochitos, limpiavidrios, travestis y cartoneros que de a poco vamos limpiando, es más linda que San Juan, San Luis, San Martín o cualquier otra de la horribles ciudades que puso dios en esta parte del mundo.




El prócer en vida, Chicchiti, en su afán por que Mendoza sea un lugar que no parezca de argentina y menos de latino América, sigue su campaña por limpiar el aire mendocino, la que comenzó con la ley antitabaco y se completa hoy con la ley que prohíbe la emanación de flatulencias en lugares públicos. La ley propone multas que van de los 1.000 pesos para los flatulentos particulares capturados infragantes, a los 100.000 pesos para los locales que permitan la emanación de flatulencias por parte de particulares en forma reiterada y no necesariamente sonora. Las multas serán labradas por los más de 10.000 agentes municipales que desde hoy estarán con sus narices más atentas que nunca a fin de que finalmente tengamos una ciudad con aire realmente puro.




Según estudios de la universidad autónoma del Uritorco la sociedad mendocina es una de las sociedades más pedorras del mundo, pero no sabemos si con ese termino se refieren al chato nivel cultural de la media mendocina o a la emanación de gases sulfurados por parte de ciudadanos deshonrosos, creemos que ambas pueden ser correctas, pero mucho más grave la segunda en función de nuestros fines civilizatorios, que pretenden, desde tiempos inmemoriales, convertir a toda la ciudad en un Dalvian.




Continuando con la polémica, algunos negociantes de la zona se quejaron con el intendente argumentando que el flujo de consumidores comenzaría a concentrarse en otros departamentos, que por estar sumidos en la barbarie, no aprobarían la ley de anti-flatulencias, por lo que el consumidor común preferiría ir a tomarse un bermut en chacras donde se puede cagar tranquilo y no en capital donde tendría siempre un inspector detrás del hombro esperando la penalizada meteorización.



Cicchiti, sin dar el brazo a torcer, llevó el proyecto a la provincia para que los dignos comerciantes capitalinos no padezcan una situación de desigualdad ante los demás, pero duda que este sea aprobado porque el Sr. Cobos tiene una gran fama de pedorrero viejo, por no hablar por los nefastos diputados y senadores que se opondrían al proyecto a fin de quedar bien con la prensa mendocina libela y trotskista que afirma que la libertad de expresión de nuestros culos no se discute.


Cicchiti, por su altura moral, también rechazó de cuajo y sin vacilaciones la propuesta de los sectores más tibios de su partido, que proponían la habilitación en la ciudad, a cambio de altísimas patentes, de locales exclusivos para flatulentos, sobreponiendo así la virtud al gas.


Cicchiti llamó a una manifestación de los mendocinos moral y gástricamente sanos, para apoyar la legislación que nos ocupa, pero solo fue él, y ni siquiera el conocido loco Juan participó de la misma. Según encuestas de un matutino poco confiable, un 90% de la población afirma que ni “en pedo” apoya tal ridicules, el otro 10% no cree en las encuestas.




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